Notas de un cuarentón

Lo bueno de la bicicleta es que no se olvida. Para los usuarios ocasionales como yo es una buena forma de ejercitar el cuerpo y la mente recordándote tus años de bendita inocencia.

Pero todo lo que baja sube …y es en esas subidas cuando tu barriga te dice que está ahí y que no puedes liberarte tan fácilmente del “ternasco amb bolets” de cal Masia que te acabas de zampar…

Cuando pasas de los 40 y no eres un prodigio de la naturaleza hay una vocecita interior que intermitentemente te manda mensajes tipo…come menos, haz ejercicio, ¿te has mirado el colesterol ?. Forma parte del mismo complot alguno de tus pantalones que ya no necesita cinturón y una de aquellas americanas que ahora te queda más… “entallada”.

Como aliadas tienes aquellas neuronas que se encargan de que sobrelleves los cambios con más o menos dignidad y le mande a tu cerebro mensajes del tipo: “ahora estás más cachas”,

” te has ensanchado, claro… tanto trabajo físico con las obras”… “es que eres un tío fuerte, ¡ un hombre!… como diría la señora Lola, que a sus ochenta años le gustan, cual antiguas venus, los tíos llenitos”

Neuronas traidoras!…si acabo de ver a fulanito que tiene mi misma edad y está hecho polvo! ¿ cómo puedo yo pensar que estoy igual que a los 20?…vaaale que fulanito fuma, bebe y es un habitual de tascas y zonas de vicio. Ya se sabe que los aceites reutilizados en las fritangas dañan la salud y el sexo de pago fastidia el alma pero tampoco dudo que mis neuronas me “pelotean ” para hacerme creer que estoy hecho un chaval.

Sea como sea, me he propuesto unos recorridos en bicicleta por Peramola y alrededores. No son cosa fácil por ser una zona un poco rompepiernas… pero he decidido utilizar esta característica a mi favor y escoger paraditas que me permitan mantener mi dignidad física tras un leve esfuerzo a la par que cultivar mi espíritu y ansia de conocimiento .

Empiezo siempre mis recorridos en el popular “safareig” del pueblo. Escenario de acalorados debates, juegos infantiles, castañadas populares y profundas tradiciones juveniles como la de bautizar de cuerpo entero al que pase por delante la última madrugada de la fiesta mayor.

Tiene un aire de “check point charlie” desde donde se observa desde la llegada del “camaco”, al retorno de las “pubilles” atusándose el vesturario tras algún escarceo veraniego o la partida del bus escolar , siendo el punto de mayor actividad social en el pueblo.

Agradezco en el inicio del paseo que la entrada de Peramola sea llana, una especie de calma en el terreno que intenta apaciguar los aires del invasor que viene a turbar la paz del pueblo.

Para un cuarentón como yo ese breve llano es ideal para comprender el entresijo del cambio de marchas de la bici al cual no dejo de agradecer y maldecir sus excelencias y sus faltas durante toda la excursión.

Al finalizar el llano llega la primera decisión: izquierda , una leve subidita que me llevaría por la zona de la capilla del “Roser” , a escoger si voy en plan mountain bike (no confundir con brokeback mountain que sería algo muy distinto).

Derecha, una bajada rápida ideal para mi otra bicicleta híbrida mezcla de ciclismo y paseo .

Hoy voy a castellebre con lo cual me inclino por el tramo montañés que me permitirá pasar por Nerola y ver los restos de lo que un día fue una preciosa finca de paredes regias que no han cedido al tiempo y el abandono como si ya hizo en su día la techumbre.

Las zarzas se han esmerado en proteger la entrada de la casa de curiosos obligando al paseante a mantenerse a una distancia prudencial de tan doloroso abrazo.

Jesús Pallarés en su libro “fusta de boix” relata una anéctoda de los antiguos moradores de esta finca. De hecho nos relata entrañables anécdotas que nos revelan vida y valores de antaño que hoy tanto escasean.

Antes de llegar a Can Boix atravieso un bosquecillo mezcla de robledal y encinar de poca talla pues aquí el terreno ha sido siempre un poco austero de nutrientes.

Por precaución me he bajado de la bici en un par de pasos, también al llegar a las inmediaciones del Hotel el cual he bordeado por la zona del parquing hasta encontrar el cartel de bienvenida del camino pedregoso que me lleva a castellebre.

El cartel me explica que castellebre ha sido lugar de peregrinaje y devoción mariana desde hace más de mil años. No soy un ferviente devoto, pero si que he encontrado siempre muy interesante que alrededor del año mil cuando ésta era una zona de frontera entre islam y cristianismo floreciera esta devoción mariana. A medida que uno va hacia el sur siguiendo los desplazamientos de la antigua frontera con el islam encuentra en lugares como: Solsona, Montserrat, Montblanc ,..etc, esta misma devoción… No me parece entonces tan desacertado el argumento del libro de Dan Brown, “El código Da Vinci” . Aunque parece ser que fue el medievo con sus pestes y procesiones quien popularizó Castellebre fuera incluso de los límites de la comarca.

Mejor será que me concentre en la bajadita, no quiero besar tan digno suelo más aún cuando he decidido dejar el casco en casa creyendo tontamente que éste y unos pantalones culotte ajustados me darían el aspecto de un rotundo gilipollas. Me vino a la memoria el recuerdo del tío pijo que en verano hacía largos en la piscina de Peramola con uno de esos bañadores de cuerpo entero y piel de tiburón .

La verdad es que la ropa ancha disimula mejor la barriga pero se lleva fatal con el cadenado y los pedales…tendré que recomponer mi vestuario y un buen caso es una protección para la cabeza ante tantos guijarros traviesos que salen disparados a la mínima presión del neumático no sin antes desequilibrarlo levemente provocando cierto congojo en algunas partes de mi cuerpo.

Decía que la ruta a castellebre es un poco rompepiernas pero antes de solicitar más ayuda al Sr. Shimano (se me terminaron los platos pequeños) puedo descansar con la excusa de echar un vistazo al “contrafort de Rombau”. Un lugar donde coexisten unas pinturas rupestres patrimonio de la Unesco, con unas rutas de escalada que merecen la antención de los mejores escaladores del mundo y reportajes especiales del Discovery Channel o el Whashigton Post. Crish Sharma , escalador, y Sasha DiGiulian, escaladora, son dos de los mejores del mundo con varias vías en Rombau.

Dejo la bicicleta en el camino principal y despues de una subidita por un estrecho camino llego al lugar donde puedo admirar reposando, escaladores y pinturas. Empiezo en ese descanso a comprender tanto viajecito y risitas de algunas cuarentonas con la excusa de salir a caminar a “las pinturas rupestres Patrimonio de la humanidad”. El lugar en cuestión está lleno de tíos sin camiseta con fibras de músculo hasta en las cejas gimiendo cada vez que atenazan o sueltan una presa…será que la envidia me corroe…pero creo recordar un poco más de pasión por parte de mi mujer cada vez que vuelve de uno de estos paseos…¡y yo que creía que eran los aires repletos de romero!.

Tras la envidiosa parada y de retorno al camino principal algunas sombras me siguen… levanto la mirada y… ¡joder! una veintena de buitres sobre mi cabeza…hombre estaré cascado, ¡pero no tanto! Parece ser que aprovechan las térmicas de rombau al igual que unos parapentistas que han hecho una base en una zona cercana para volar durante horas sin demasiado esfuerzo. Ver a los “pajarillos” con toda su envergadura a escasos metros del suelo no deja de ser inquietante por mucho de que a ellos sólo les guste el fiambre.

Tras cinco o seis minutos de pedaleo me toca otro descanso , forzado esta vez por la impresionante vista del valle. Desde el mirador improvisado veo Oliana, la huerta el río segre, la parroquia de Sant Andreu y la entrada del resto de la comarca protegida por los gigantes Turp y Rombau los mismos que vieron pasar tropas de Aníbal hace unos dos mil años. Dos inmensos colglomerados calcàreos que bloquearon el paso de Aníbal y todavía parecen proteger las “dreugels” .

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